Albert Collins (1932 - 1993)
Albert Collins nació en Leona, Texas, en 1932 y sus primeros contactos con la música vienen por vía familiar, un tío reverendo de la iglesia baptista que tocaba gospel con la guitarra; otro primo, más laico y guitarrista también y un parentesco lejano con Lighnin´Hopkins que animaba como nadie las fiestas y barbacoas familiares. En 1950 consigue la Epiphone que sería su primera guitarra eléctrica y debuta en un pequeño club de Houston dando lugar al nacimiento de una carrera que cambiaría el rumbo del blues contemporáneo.
Músico autodidacta, Collins va desarrollar un estilo propio basado en una afinación muy particular del instrumento y en el empleo de la cejilla mecánica que tomaría de Clarence Gatemouth Brown. En toda su carrera se ha negado a utilizar una púa ya que según el mismo tiene las yemas de los dedos tan duras que no la necesita para nada. Durante años alterna la música con otros trabajos. Ejerció como capataz de un rancho, trabajador en una fábrica de pinturas, camionero... Su primera grabación se registra en 1958 para el sello Kangoroo y le crea una modesta reputación entre los aficionados tejanos. Dos años mas tarde vuelve a grabar, esta vez en el sello del productor Frank Scott, quien, de paso, aprovecha para registrar los temas a su nombre y robarle los royalties. En esa época, durante una gira invernal y ante la visión del parabrisas congelado, surgió la comparación con el sonido chirriante y gélido de la telecaster de Albert. La metáfora le acompañaría hasta el final de sus días y daría pie a una larga lista de temas con títulos relacionados con el hielo y el frío.
Albert Collins nació en Leona, Texas, en 1932 y sus primeros contactos con la música vienen por vía familiar, un tío reverendo de la iglesia baptista que tocaba gospel con la guitarra; otro primo, más laico y guitarrista también y un parentesco lejano con Lighnin´Hopkins que animaba como nadie las fiestas y barbacoas familiares. En 1950 consigue la Epiphone que sería su primera guitarra eléctrica y debuta en un pequeño club de Houston dando lugar al nacimiento de una carrera que cambiaría el rumbo del blues contemporáneo.
Músico autodidacta, Collins va desarrollar un estilo propio basado en una afinación muy particular del instrumento y en el empleo de la cejilla mecánica que tomaría de Clarence Gatemouth Brown. En toda su carrera se ha negado a utilizar una púa ya que según el mismo tiene las yemas de los dedos tan duras que no la necesita para nada. Durante años alterna la música con otros trabajos. Ejerció como capataz de un rancho, trabajador en una fábrica de pinturas, camionero... Su primera grabación se registra en 1958 para el sello Kangoroo y le crea una modesta reputación entre los aficionados tejanos. Dos años mas tarde vuelve a grabar, esta vez en el sello del productor Frank Scott, quien, de paso, aprovecha para registrar los temas a su nombre y robarle los royalties. En esa época, durante una gira invernal y ante la visión del parabrisas congelado, surgió la comparación con el sonido chirriante y gélido de la telecaster de Albert. La metáfora le acompañaría hasta el final de sus días y daría pie a una larga lista de temas con títulos relacionados con el hielo y el frío.
Es también a principios de los 60, cuando adquiere la costumbre de incluir en sus directos un número que va a ser como una marca de fábrica. Provisto de más de 100 metros de cable se pasea entre el público por todo el recinto sin dejar de tocar la guitarra. El recurso lo hemos visto muchas veces, pero parece ser que Collins fue el primero en utilizarlo y que lo aprendió de Big Jay Mc Nelly, un saxofonista de la Costa Oeste que solía tocar tumbado sobre una tabla con ruedas que el público desplazaba por todo el local.
En 1965 sustituye ocasionalmente a un jovencísimo Jimi Hendrix en la banda de Little Richard. Años más tarde, Hendrix diría de él: “Hay un tío que deberían conocer en todo el país. Su nombre es Albert Collins. Debe de estar tocando por ahí en una banda de carretera en el sur profundo. Es bueno, muy bueno, un guitarrista muy fluido y melódico”.
A finales delos 60, en pleno blues revival Henry Vestine y Bob Hite del grupo Canned Heat, preguntan a Lightnin´Hopkins sobre el paradero de su primo y toman contacto con él. Según palabras de Albert Collins “Yo estaba tocando entonces en un local de Houston llamado “The Ponderosa Lounge” y Bob Hite vino a verme allí. Había hablado con Lighnin´ y éste le dijo donde tocaba, porque solía venir a verme todos los miércoles. Bob llegó con su barba y sus pelos largos y yo me dije “¿Dios, que es esto?. Había oído hablar de él, pero no sabía que tuviese ese aspecto” Albert se deja convencer por el peludo Bob y parte a California. El apoyo de otros músicos blancos como Janis Joplin y Johnny Winter tiene su fruto y provocan grabaciones y conciertos que sitúan a Collins en el Olimpo de los grandes guitarristas del blues contemporáneo. Tras múltiples vicisitudes, periodos de coqueteo con el jazz, retiradas de la música, periodos como guitarrista mercenario y grabaciones en diversos sellos; Dick Shurman le ficha para Alligátor en 1978. A partir de esa fecha su carrera es sobradamente conocida, en la que ha conseguido el reconocimiento internacional por “Showdown”, grabado para Alligátor con Johnny Copeland y Robert Cray (que reconoce que decidió dedicarse al blues después de escuchar a Collins). El disco ha sido considerado por algunos críticos la mejor grabación de la historia del blues.
Su muerte se produce el 24 de noviembre. El maestro de la telecaster quiso morir con las botas puestas y continuó tocando mientras tuvo fuerzas para ello. Un excelente disco póstumo recoge grabaciones en directo desde el verano del 93 hasta un mes antes de su muerte. Desde entonces ocupa su puesto en la historia de la música popular afroamericana y en la galería de los grandes instrumentistas del siglo pasado.
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